Castillo plagió su tesis, eso es un hecho. No importa cuánto se canse su abogado intentando echarle la culpa a su asesor o a la universidad. La única realidad es que Castillo cometió una serie de delitos para obtener el grado de magíster y así aumentar su sueldo como docente. Pero el caso de la tesis de Pedro Castillo no sólo pasa por el plagio, también representa un problema mayor: la normalización del crimen.
Quienes hemos estudiado por vocación, sabemos del esfuerzo que se requiere culminar una carrera y presentar una tesis. Muchos, como en mi caso, recibimos becas académicas que nos comprometían a buscar la excelencia. Por otro lado, están los Castillos quienes, aprovechando sus relaciones amicales, políticas o pagando, reciben títulos ¿Cómo es posible que una sociedad no se indigne frente a esto? ¿Cuándo se normalizó el plagio, la copia, la compra de tesis y títulos?
El problema es que al tolerar un delito y al excusar al delincuente generamos la sensación de que aquí no paso nada. Poco a poco, pasamos a consolidar la impunidad y finalmente normalizamos el delito con frases como “todos lo hacen” o “así es”. No señores, el delito se castiga y no podemos caer en la trampa de las mafias que buscan que todos sus crímenes queden sin castigo.