Escribo estas líneas mientras aún no se vota la moción de vacancia contra el presidente Pedro Castillo. Sin embargo, es casi seguro que no habrá votos suficientes para mandar a su casa a este caballero que ante el Poder Legislativo culpó a todos por la delicada situación que atraviesa, como si la oposición y la prensa tuviesen la culpa de su admitida incapacidad para llevar las riendas del Perú y de sus nada santos nexos con Karelim López y Bruno Pacheco.
Las detenciones preliminares de ayer nada tienen que ver con los rivales políticos del mandatario. Qué culpa tiene el Congreso de los 20 mil dólares de Pacheco, de las movidas de Zamir Villaverde con los sobrinísimos que hacían la agenda de su tío para las reuniones en Sarratea, de las fiestas con mariachis de Karelim o de la vocación del gobernante por nombrar ministros de terror que solo logran la confianza gracias a los votos de “Los niños” y otros topos.
Hasta el cierre de esta edición el impresentable de Pacheco y los sobrinos afortunados eran prófugos de la justicia, al igual que Arturo Cárdenas (a) “Pinturita” y todos “Los dinámicos del centro” que desde hace meses permanecen bien escondiditos sin ser capturados para que cuenten cómo financiaron la campaña de Perú Libre en las últimas elecciones. ¿Estará haciendo algo el ministro del Interior? ¿O su trabajo solo consiste en mandar a la policía antimotines para rodear a los periodistas?
Si así son las cosas, olvidémonos de ver algún día tras las rejas a Pacheco y compañía. ¿El presidente Castillo dirá que la fuga de su protegido y platudo exsecretario es también un invento de la presa? ¿No asumirá alguna responsabilidad por haber llevado a trabajar a este sujeto a Palacio de Gobierno pese a no contar con las calificaciones mínimas? ¿Insistirá en que los de Miraflores y San Isidro no perdonan que un profesor “de la chacra” haya llegado a ser presidente?
El mandatario ha dicho ayer que está dispuesto a corregir errores. Lo mismo ofreció semanas atrás. Sin embargo, no ha habido enmienda. Allí siguen Hernán Condori, Aníbal Torres, el “gabinete en la sombra” y demás perlas. Ni el pobre ministro de Cultura, Alejandro Salas, el escudero oficial del mandatario, ha sido capaz de mencionar al menos un hecho que haga pensar a los peruanos que se está cambiando el rumbo en un sentido positivo para el país. Tenemos más de lo mismo para rato.