Mientras el foco de atención de todo el país se posa sobre los resultados finales de la segunda vuelta electoral, el Congreso de la República ha iniciado con celeridad algunas reformas constitucionales que no son poca cosa, por lo que las miradas deberían estar también en la Plaza Bolívar.
Está claro que el Perú necesita reformas, pero también un profundo cambio en los modos de ejercer la política. Si los legisladores continúan sirviéndose del sistema democrático en lugar de servirlo, estaremos amenazados por nuevas frustraciones.
Entre las iniciativas legales que se han propuesto destacan la reelección de gobernadores regionales y alcaldes, la bicameralidad y cambios en la cuestión de confianza, aunque este último punto no tendría por qué ser visto con malos ojos.
También hay ocho propuestas para realizar un referéndum y convocar a una Asamblea Constituyente, una promesa del candidato Pedro Castillo en su campaña electoral. Es obvio que una parte del actual Congreso corre contra el tiempo para cumplir un anhelo de Perú Libre. Sin embargo, este proyecto solo generará más fragmentación social cuando lo ideal es que se promueva el consenso y la integración para definir este tema. Las leyes no pueden elaborarse con ligereza y menos las reformas constitucionales.