Seria muy grave que algún país de la región con un gobierno afín a la izquierda cavernaria y defensora de impresentables que impera en la zona, acoja en su territorio al dos veces condenado por corrupción Vladimir Cerrón, quien desde la tarde del viernes último anda en condición de prófugo de la justicia peruana tras dictársele, en segunda instancia, una sentencia de tres años y medio de cárcel efectiva por corruptelas cometidas durante su nefasto paso por el Gobierno Regional de Junín.

Cuidado con que a México, Colombia o Bolivia se les ocurra recibir a este sujeto que anda diciendo que es un “perseguido político” al que se le quiere impedir que sea presidente del Perú en el 2026, cuando en realidad este sinvergüenza que se está burlando de las autoridades peruanas desde su escondite, tiene dos sentencias consentidas que lo dejan como un tremendo corrupto al que le han puesto orden de prisión por llenarse los bolsillos con plata de gente pobre que ingenuamente creyó en su discurso de revolucionario de plazuela.

México ya ha dado muestras de su vocación por recibir a gente con problemas con la justicia al haber ofrecido asilo a Pedro Castillo cuando ya había dado un golpe de Estado. De no haber sido por una rápida de la reacción de la Policía Nacional, este sujeto estaría hoy en ese país riéndose de los cargos que afronta, al amparo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien en la dimensión paralela en que deambula, seguro cree que Cerrón es el faro que guía la revolución mundial y que por eso la derecha lo persigue.

Del colombiano Gustavo Petro se puede esperar cualquier cosa. De un sujeto que ha sido un sádico guerrillero y que por estos días ha tenido una postura lamentable y vergonzosa frente a los brutales asesinatos de civiles israelíes por parte de los terroristas de Hamás, por qué no pensar que puede otorgar asilo a un sujeto casi de su calaña como Cerrón. Mejor que se dedique a explicar el ingreso de plata de narcotraficantes y maleantes a la campaña electoral que lo llevó a la Casa de Nariño.

Aunque el gobierno boliviano de Luis Arce ha marcado distancia con Evo Morales, amigo de Cerrón, también habría que echar una mirada a un posible asilo de ese país donde la izquierda es la que hace y deshace. El Perú no puede permitir que algún país acoja a un evadido de la justicia como quizá lo hace Venezuela con Juan Silva, sin que acá nadie mueva un dedo. Una burla más sería inaceptable, por lo que es de esperarse que la Policía Nacional ahora sí esté muy alerta para evitar la fuga de este prófugo.