Las vinculaciones de la empresa brasileña Odebrecht con expresidentes, ministros y excandidatos presidenciales siguen generando un clima de inestabilidad en el país. No solo afectan a la clase política sino también a la economía nacional. Algunos analistas señalan que solo el caso “Lava Jato” costará este año un punto menos de crecimiento en el Producto Bruto Interno.
Las últimas informaciones que implican al presidente Pedro Pablo Kuczynski en cobros por consultorías a Odebrecht parecieran parte de una interminable espiral destructiva. Lo que se viene es muy difícil. Además de la desvalorización y del descrédito de los políticos, se afecta el crecimiento económico y la competitividad del país.
Todo se complica porque Odebrecht, según asegura esta empresa brasileña, pagó a Westfield Capital, empresa de PPK, poco más de 782 mil soles, justo cuando el actual Jefe de Estado era ministro en el gobierno de Alejandro Toledo.
Por supuesto, inmediatamente aparecieron las declaraciones explosivas, llenas de revanchismo y demagogia, de congresistas opositores, que quieren lograr un grado alto de repercusión, mucho mayor que el realizable a partir de sus resultados como creadores o impulsores de leyes en beneficio de la población.
Lo cierto es que, si la clase política continúa hiperfragmentada, el peligro es que la sociedad también se transforme en ello. El hartazgo y la polarización pueden discutir su supremacía y el Perú perder la vertebración nacional.

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