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Tengo la sospecha de que la finalidad práctica del referéndum tiene poca importancia, al menos en su tema clave, la reelección de los congresistas. Los mismos opositores a la consulta popular han dado el argumento cuando explican que menos del 3% son reelegidos, en promedio. Lo que sí saben, y no dicen, es que el referéndum será una manera de medir el presente y futuro electoral de los que están en contra del referéndum. Desde este fin de semana, en que comenzará la recolección de firmas (calculan poco más de 2.3 millones), hasta el 2 de diciembre (en que debe ser la segunda vuelta electoral municipal y regional), viviremos un proceso de clímax ascendente donde, como en el deporte, el que se pica pierde. La presencia del Consejo Nacional de Decanos de los colegios profesionales permite una pluralidad variopinta y neutral para preguntarle al ciudadano si quiere o no la reelección de congresistas, la eliminación de la inmunidad para legisladores, jueces y fiscales supremos, la bicameralidad y la reforma del CNM. Según han anunciado, es un comité ciudadano el que ha sido creado por los gremios profesionales para una movilización que demandará unos 4 mil voluntarios, agrupados en 26 comités regionales, y que estima cumplir su meta en poco más de dos semanas. Regiones como La Libertad, Áncash y Piura abrieron los puntos de recolección de firmas. Muchas cabezas deben estar planeando cómo traerse abajo el referéndum, cómo desacreditar a sus promotores, cómo descubrir algún escándalo que frustre un proceso en el que el Ejecutivo parece haber sintonizado con el reclamo de la ciudadanía, cansada ya de la política.