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La compensación puede ser la solución a la serie de conflictos que tienen enfrentadas a las regiones del sur por un motivo: agua.

Años atrás, hacer realidad el soñado proyecto hídrico de Pasto Grande, el mismo que sacó del atraso a Moquegua, inicialmente provocó un conflicto con Arequipa por las aguas que se represarían, ya que eran parte de uno de los afluentes del río que irriga el Valle de Tambo.

El impasse se superó; no obstante, cada año en tiempos de estiaje se reavivan las opiniones cruzadas entre autoridades de ambas regiones.

Hace poco, para dar viabilidad al esperado proyecto Majes Siguas II en Arequipa, la región Cusco entabló procesos judiciales; empero, estos no le dieron la razón. Sin embargo, para llegar a una solución, el Gobierno intervino y alcanzó propuestas como financiamiento de proyectos en la provincia de Espinar, los mismos que recién -tras varios años- comienzan a dar fruto y compensan a las comunidades que se verían afectadas por el desvío de las aguas.

Edwin Licona, gobernador de Cusco y presidente de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales, ha considerado como una solución a tantos problemas que enfrentan a las regiones en este tipo de proyectos la necesidad de que el Ejecutivo aplique con mayor celeridad una política de compensación, lo cual en gran parte destrabaría varias obras de impacto social.

Licona advierte -y tiene razón- que la compensación tiene que darse en tiempos cortos y no cuando la población siente que fue engañada.

Por ello, para evitar enfrentamientos tontos, como el de Paltuture entre Arequipa y Puno, el Ejecutivo tiene que mostrar mejor predisposición para alcanzar propuestas y en especial que estas se cumplan en los plazos prometidos.

El agua hay que represarla, administrarla adecuadamente y consumirla.