"Nuestra educación es tan buena como son nuestros docentes", ha dicho ayer ante el Congreso el presidente del Consejo de Ministros, René Cornejo, y ojalá que haber llegado a esa conclusión sirva para que este gabinete cumpla con la vieja promesa de mejorar la calidad de nuestra educación pública y hacer posible que nuestros futuros ciudadanos estén en condiciones de competir contra gente mejor formada.

Sin embargo, habrá que ver para creer, pues estamos en el tercer año de este gobierno y es poco lo que se ha avanzado, especialmente en los dos primeros años en que tuvimos una ministra como Patricia Salas, que más se dedicó a sobrevivir que a mejorar la calidad de la educación, especialmente a través de la capacitación de los docentes que en su gran mayoría no están en condiciones de impartir una buena formación en la escuela pública.

Este gobierno se llena mucho la boca hablando de igualdad y de que todos tengan las mismas oportunidades. No obstante, no puede haber nada más discriminatorio e injusto que los niños y jóvenes más pobres tengan que acudir a escuelas públicas a recibir clases de baja calidad, mientras que aquellos que sí tienen recursos pueden pagar y ser mejor formados en colegios privados que los ponen en evidente ventaja ante los primeros.

Es de esperarse que ahora, el quinto gabinete del gobierno del presidente Ollanta Humala -el de la inclusión social (¿qué mejor forma de incluir que la educación?)- decida por fin dar pasos acertados en ese largo camino que es crear las condiciones para la formación de peruanos que permitan en el futuro sostener el crecimiento económico que hoy tenemos.