Mañana se cumple una semana que el presidente Pedro Castillo destituyó vía Twitter a un ministro del Interior que estaba a punto de capturar al sobrino prófugo Fray Vásquez, y acá no pasa nada. El mandatario sigue en su cargo, donde cuenta con todo el poder para seguir bloqueando la labor de la justicia, mientras la oposición no puede consigo mismo y las calles no se manifiestan.

Sin duda se ha normalizado el desmoronamiento de la institucionalidad y el avasallamiento a la Policía Nacional desde el poder político, pues podrán haber cambiado de ministro, pero los agentes igual han debido hacer su trabajo de arrestar a Vásquez. Nada de eso ha sucedido. Parece que ha bastado un telefonazo a un general para parar todo.

Irónico que esto ocurra en un gobierno que pese a tener a Vladimir Cerrón como protagonista, se promocionaba como honesto, al menos ante los ojos de los “inocentes” que quisieron creerle. No votaron por la supuesta organización criminal que formaba el fujimorismo, pero sí lo hicieron por otra que, según el Ministerio Público, opera desde Palacio de Gobierno.

El Ministerio Público ha abierto una investigación, pero eso tiene que cumplir sus plazos y va para largo. Además, se trata apenas de una investigación preliminar en contra del presidente. La ley no permite más. Sin embargo, el Congreso y la calle que puede hacer mucho, miran para arriba y se van silbando con las manos en los bolsillos.