Ayer, la barbarie se volvió a desatar en oriente medio luego que Israel fuera víctima de un ataque terrorista de Hamas, que lo ha obligado al estado hebreo a declararse en estado de guerra.

El ataque por aire, mar y tierra, perpetrado por milicianos palestinos desde Gaza, sorprendió al gobierno y al aparato de seguridad israelí. Al cierre de este editorial, el estado hebreo había perdido el control de puntos clave en sus límites de la Franja de Gaza y Cisjordania y de comunidades israelíes colindantes con territorio palestino, mientras que lanzaba una respuesta militar hacia la zona gobernada por Hamas.

Las cifras preliminares reportan al menos 500 muertos y más de dos mil heridos en ambos bandos en conflicto. También se da cuenta de civiles secuestrados por las fuerzas de Hamas que se adentraron al territorio israelí y que se seguían realizando ataques de milicianos palestinos a enclaves civiles que eran repelidos por militares y policías.

La condena al ataque fue casi unánime y solo obtuvo el respaldo de países como Irán, Yemen y Afganistán, que son conocidos patrocinadores del terrorismo y por su claro desprecio a los derechos humanos.

Esperamos que esta escalada logre conjurarse a tiempo para que los civiles en ambos lados de la frontera de Israel y Palestina no sigan sufriendo las consecuencias de este conflicto.