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Ni los más fanáticos defensores del presidente Pedro Pablo Kuczynski podrán negar que la credibilidad del Mandatario se ha visto seriamente afectada desde que el sábado último, tras haberlo negado en todos los idiomas semanas atrás y en

reiteradas ocasiones, admitió que trabajó como consultor para un consorcio formado por la corruptora empresa brasileña Odebrecht, tal como lo había dicho Marcelo Odebrecht en recientes declaraciones al Ministerio Público.

Si los peruanos teníamos ya serias dudas sobre expresidentes -uno de ellos preso y otro prófugo- y líderes políticos por sus nexos con este inmenso caso de corrupción, ahora también es válido tenerlas sobre el propio Mandatario en ejercicio que además, desde hace varias semanas, se viene negando a responder presencialmente a la comisión “Lava Jato” del Congreso, alegando que la ley no lo obliga y que además temía ser tratado mal por los legisladores.

¿Esos eran los motivos para no hablar o en verdad temía que le pregunten por su consultoría para el proyecto de Olmos, ejecutado por Odebrecht? Imagino que para los escuderos del Mandatario, esta confesión tardía debe de haberles dejado un muy mal sabor en la boca. Recordemos que el sábado último recogimos en la portada de Correo el pedido de algunos legisladores oficialistas, para que Palacio de Gobierno salga a aclarar los pasados nexos del Presidente con la empresa brasileña.

El Mandatario ha cometido un grave error al negar sus trabajos con dicha compañía, para luego tener que salir a admitirlos. ¿Mal asesorado? Es muy probable, lo cual resulta delicado en momentos en que la crispación política que viene de todos lados, y que no es inventada por los medios, hace necesario actuar con mucha cautela, dejando de lado las “estrategias” de algunos “genios” que no hacen más que dejar mal parado al Mandatario.

Cuidado que esta desazón hacia la clase política por el caso “Lava Jato” que abarca a todos, incluyendo a los de la izquierda que insisten en presentarse como la “reserva moral” para el 2021, esté incubando a algún “antisistema” o a un advenedizo de por ahí, que busque capitalizar el descontento de quienes ahora ya no pueden creer en nadie. El Perú no puede dar un salto al vacío por culpa de quienes le han jugado muy sucio en los últimos años.