Un terremoto de magnitud 5.1 ha sido registrado en Corea del Norte y este suceso esta vez no ha sido producido por la naturaleza sino por el propio hombre. Su causa habría sido el estallido de una bomba de hidrógeno por el régimen de Pyongyang en la zona nórtica del país. Se trata de un ejercicio nuclear que superaría cualquier expectativa hasta ahora sospechada del dictador King Jong-un que resulta una amenaza para la paz del mundo. El tamaño de su impacto es ciento por ciento superior a las bombas nucleares estalladas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945, que por sus consecuencias el impero nipón terminó por rendirse incondicionalmente, finalizando la Segunda Guerra Mundial. Corea del Norte sigue siendo un completo misterio para la comunidad internacional. La vida intraestatal es difícilmente conocida y esta realidad no permite saber la dimensión de lo que realmente son capaces de realizar. Los esfuerzos de EE.UU. y de los demás miembros de Consejo de Seguridad de la ONU para persuadir a que Irán acepte los términos de una negociación para su programa nuclear, ahora deberán inspirar a una acción en el mismo sentido para conocer y luego persuadir la mitigación del potencial nuclear del régimen totalitario norcoreano. Es probable que Washington esté evaluando la situación y opte por una actitud discrecional dado que las reacciones del joven líder Jong-un pueden resultar impredecibles. Debemos considerar que todo puede ser una amenaza construida en base a la mentira, pero también que resulte una macabra verdad, de allí que debe actuarse con mucha cautela frente a uno de los regímenes más aislados e inciertos del planeta.