Es una vergüenza ver la manera en que el presidente Pedro Castillo se corre de la investigación preliminar a la que lo está sometiendo la Fiscalía de la Nación por sus presuntos nexos con las irregularidades en la adjudicación de la buena pro para la construcción del puente Tarata III, en la que estarían involucrados esas tremendas joyas llamadas Zamir Villaverde y el ahora prófugo exministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva.

Primero intentó zafarse de la investigación presentando ante el Ministerio Público un pedido para no ser sometido a pesquisas mientras dure su mandato, el cual ya ha sido rechazado. Ante eso, el mandatario ha ido al Poder Judicial en su desesperado intento de quedar fuera de las diligencias. Sin embargo, la defensa del presidente Castillo ha adelantado que si sufren un nuevo revés en la Corte Suprema, irán hasta el Tribunal Constitucional (TC).

Es evidente que el presidente Castillo no está moviendo cielo y tierra con recursos legales en defensa de la “institucionalidad” o de la investidura de quien ocupa la Presidencia de la República. Queda claro que lo hace porque sabe que no saldrá bien librado de las investigaciones que lo señalan como cabecilla de una red enquistada en el MTC de Juan Silva, dedicada a saquear al Estado desde el día uno en que llegaron al poder para desgracia del Perú.

Cualquier ciudadano que nada tiene que ocultar ni temer y que busca preservar su buen nombre, sería el primer interesado en dar la cara ante un juez o un fiscal, y más si se trata del presidente de un país que supuestamente llegó al poder para acabar con una seguidilla de mandatarios manchados por actos de corrupción. En cambio, a Castillo lo vemos apelando a lo que sea para no ir a sentarse a responder un interrogatorio en calidad de investigado.

Imposible para el profesor Castillo defender su inocencia, si se corre de los fiscales. La lectura política, más allá de las leguleyadas presentadas para evadir la investigación, es clarísima. Acá tenemos al “hombre humilde, maestro rural y campesino” que decía que quería trabajar por los pobres de Perú, cuando en realidad traía de la mano a Silva, Villaverde, Bruno Pacheco y los sobrinísimos prófugos de la justicia. ¿Y así dicen que hay un complot contra el jefe de Estado? ¿Alguien podría creer eso?

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