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El incidente denunciado por IDL Reporteros, respecto a gestiones que realizara el vicepresidente Omar Chehade, es el punto más alto en el cuestionamiento ciudadano a la forma de hacer política que se nos ha impuesto. El escándalo de Chehade ha ocultado además el vergonzoso cinismo de la congresista Anicama y su pareja, quienes sin ningún parámetro moral se han paseado por todos los medios alardeando de su desvergüenza.

Lo cierto es que a pesar de la corta experiencia política que tiene Ollanta Humala y sus partidarios, esta es la segunda vez que llena el Congreso de impresentables. En el periodo anterior presentó todo tipo de excusas y explicaciones, pero lo que viene sucediendo con su bancada actual, llena de gente con prontuario, y ahora un vicepresidente acusado de tráfico de influencias, muestra la ligereza con la que se ha enfrentado las tareas de gobernar.

Y claro que esto no es exclusivo del partido de gobierno. Existen casos similares en casi todos los partidos (el PPC y el APRA parecen ser la excepción), lo que muestra que el problema está en el sistema de organización política, donde se avala la participación de remedos de partidos, que no son sino franquicias que subastan los puestos en sus listas parlamentarias.
¿Ollanta Humala conoce a todos sus congresistas? ¿Puede avalar su conducta? Pues debería poder hacerlo, porque con él han llegado gente que han hecho de la violación de las leyes una forma de vida. Y esto es inadmisible.
El presidente Humala nos debe una explicación. ¿Cómo así llegó la señora Anicama a su partido? ¿Cómo se incorporó el congresista "Comeoro" al Congreso?

Lo cierto es que hay una oportunidad. Que el presidente Humala presente un proyecto de ley reordenando el sistema político, dando la posibilidad de construir verdaderos partidos políticos y realizando las reformas, como la eliminación del voto preferencial, y la instauración del distrito uninominal y el voto facultativo, así como impulsar el fortalecimiento de los órganos electorales. De lo contrario, esta tendencia de envilecimiento de la política será irreparable, terminando con las posibilidades de continuar en la senda del desarrollo económico.
La falta de una institucionalidad democrática, el poco respeto a la ley y la falta de sanciones efectivas para los que la transgreden, nos puede destruir como sociedad. Quizás este sea un momento de quiebre, y está en manos del presidente Humala realizar la verdadera gran transformación.