Héctor Meza Parra
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura 1990, quien se constituyó en un domador de palabras por excelencia, un día dijo: "Las palabras llevan mucha energía por dentro", y como veremos más adelante, no sólo tenía razón, sino intuición. Para ilustrar esta sentencia verbálica, expongo un ejemplo, claro, aunque esto parezca sórdido, bien podría servir para darnos cuenta del fuerte impacto que pueden tener en el destino de una persona las palabras que, como en este caso, originaron una tragedia. Se los voy a demostrar de la siguiente manera: ¿Quiénes de aquella generación no recordamos a Mónica Santa María, la mujer linda de la televisión, la muchachita bella de Miraflores de tan solo 21 años de edad que junto a Almendra Golmelsky nos animaban la vida allá por los años ochentas y noventas con Nubeluz? Ella, que llegó a ser vista por más de 24 millones de personas de habla hispana durante ocho años, la actriz de Natacha, la novia de Diego Bertie, la estrella del Parque Kennedy, la dulzura hecho Dalina de Panamericana Televisión, la estudiante sobresaliente de Nuestra Señora del Carmen, la modelo de sonrisa angelical? que corrió por las calles de La Molina llena de celos, tomaría la imperturbable decisión de suicidarse volándose el paladar a eso de las tres de la madrugada del fatal domingo 13 de marzo de 1994.
¿Qué había pasado antes? Su novio, el joven heredero de la Pepsi en el Perú, Constantino Heredia, llamado cariñosamente Tino, había discutido con la bella Dalina horas antes de asistir al matrimonio de unos amigos. Ella, celosa y bipolar, le reclamaba algo como siempre, él sereno y don Juan, le hacía señas para que se calle. En un descuido, ella extrajo el maletín del auto que contenía un arma. Enfadada y ciega, se regresó a su departamento de La Molina con una previa amenaza. Al llegar, tiró el maletín, se soltó el cabello, se despojó de sus prendas por el ardiente verano y sacó el objeto que más le interesaba, y desde allí, luego de tomar unos sedantes, cogió el teléfono y llamó compulsivamente al celular de Tino y le preguntó: "Tino, te quiero hacer una pregunta, quizás sea la última, ¿me amas? Su vida entonces pendía de esa palabra de dos dígitos. Y como recordarán ustedes, la respuesta fue ese lapidario, "no". Esa frasecita, aparentemente raquítica e inofensiva, fue el detonante que la llevó a quitarse la vida exactamente a los cinco segundos de colgado el fono. Como parte de su huida de este mundo dejó un mensaje en el grabador de voz: "Tú lo quisiste así". Y así se nos fue una de las más hermosas modelos del Perú: Mónica Santa María Smith.
Sin embargo, ¿qué hubiese pasado si la respuesta de Tino hubiese sido esa otra palabra? Obviamente, Octavio Paz volvería a darnos otra lección de poder: Las palabras también salvan vidas. Pero, esta vez no fue así, tal como hubiésemos querido nosotros y sus padres; la palabra "no" le jugó sucio a la muchachita de clase alta y se puso del lado de la muerte.
Y así, Octavio Paz, el mexicano que nos regaló Libertad bajo palabra, una vez más tuvo la sapiencia de decir: "Palabra, voz exacta/ y sin embargo equívoca;/ obscura y luminosa;/ herida y fuente: espejo;/ espejo y resplandor;/ resplandor y puñal,/ vivo puñal amado,/ ya no puñal, sí mano suave: fruto".

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