Si el principal problema que afrontamos los peruanos, que es el de inseguridad en las calles, está en manos de gente como el ministro del Interior, Juan José Santiváñez, y de jueces y fiscales amigos de “Chibolín” fanáticos por liberar a delincuentes de alta peligrosidad, es evidente que no estamos yendo a ninguna parte.
Ayer El Comercio ha publicado una encuesta de Datum que señala que el 87% por ciento desconfía de los jueces y el 86% de los fiscales, cifras alarmantes si se tiene en cuenta que el Poder Judicial y Ministerio Público son puntales en la lucha contra la criminalidad junto con la Policía Nacional, que tiene un índice de desconfianza de 66%.
Y si a eso sumamos que tenemos a un ministro del Interior como Santiváñez, que es campeón de la fake news de las que tanto se queja el gobierno de su jefa Dina Boluarte, vemos que el panorama es más que sombrío.
Urge dar un golpe sobre la mesa. No podemos seguir con un Estado que en líneas generales no funciona y no está cumpliendo su misión de asegurar la vida y la integridad de los ciudadanos.
O se hace algo desde la democracia y la institucionalidad, o no nos sorprendamos que más tarde venga un sujeto con el perfil lumpenesco, criminal y “antisistema” de Antauro Humala u otro peor, ofreciendo “mano dura” y con llevar a la práctica lo que hoy la gente exige y nadie consigue: poner freno a la inseguridad ciudadana.