Es positivo que el gobernador regional de La Libertad, César Acuña, haya estado en Palacio de Gobierno gestionando -aunque de forma tardía, pues lleva un año en el cargo-, medidas excepcionales para combatir la extremada violencia que desde hace años golpe a su jurisdicción, la cual se traduce en asesinatos, extorsiones, secuestros y hasta atentados dinamiteros contra redes de alta tensión en la provincia de Pataz.

El gobernador Acuña ha indicado ayer que hoy se reunirán con el Poder Ejecutivo, representantes del Poder Judicial y el Ministerio Público, que junto con la Policía Nacional tienen un rol fundamental en la lucha contra el hampa, pues si los magistrados insisten en liberar a delincuentes, ya sea por incapacidad, desidia o complicidad, la lucha contra la criminalidad en todas sus formas no va a ninguna parte, como hasta ahora.

Lo que ha llamado la atención es que el gobernador Acuña ha indicado que se declarará el estado de emergencia en tres provincias de su región, como son Trujillo, Virú (costa) y Pataz (sierra), y que incluso se instalará una base militar. Extraño esto, pues si es cierto lo afirmado por el líder de APP, parece que en Palacio de Gobierno aún no se convencen que este tipo de medidas no traen resultados positivos, como hace poco ha tenido que admitir el gobierno.

Salvo que la presencia del Ejército sirva para dar seguridad a las empresas mineras que operan el Pataz, que son objeto de ataques por parte de bandas ligadas a la extracción ilegal, no tendría mayor sentido movilizar tropa, pues los asesinatos, extorsiones y secuestros que se cometen en la convulsionada capital de la región, que es donde ha dicho Acuña que se instalarán los militares, no se combaten con tanques ni soldados con fusiles de guerra parados en las esquinas.

Mucho cuidado con las medidas efectistas y “para la foto”, como las que fracasaron en San Juan de Lurigancho y San Martín de Porres, y por las que al final responsabilizaron, de forma insólita, al entonces comandante general de la Policía Nacional, general Jorge Angulo. La ola de criminalidad no acepta más experimentos ni teatros para la tribuna. Cada día que pasa sin poner manos a la obra, se pierden muchas vidas.

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