Muchos en la izquierda local deben estar felices, pues uno de sus ídolos actuales y latinoamericanos, Daniel Ortega, acaba de asumir su cuarto mandato consecutivo luego de elecciones fraudulentas que fueron producto de los poderes absolutos que tiene este sujeto que desde 2006 hasta la fecha, ha barrido con la institucionalidad, la separación de poderes, la prensa libre y la oposición hasta convertir a Nicaragua en una tiranía y un remedo de país que avergüenza a la región.
Como no podía ser de otra manera, a la ceremonia de reasunción de mando de Ortega y de su esposa Rosario Murillo, quien es la vicepresidenta de Nicaragua (no, no es broma), asistieron los más grande impresentables de la región como el venezolano Nicolás Maduro y el cubano Miguel Díaz-Canel. Fue una cita cumbre de parias, donde incluso estuvo un iraní acusado de cometer un brutal atentado terrorista en Argentina en los años 90. Pura joya.
Lamentablemente, tiranías como las de Nicaragua, Cuba y Venezuela son admiradas en el Perú por personajes nefastos que sueñan con implantar un régimen similar, algo que jamás se podría hacer con la actual Carta Magna. De ahí viene la necesidad de convocar a una asamblea constituyente para elaborar una nueva Constitución que permita las reelecciones eternas y la intervención del Estado en todos los sectores. Perú Libre y sus aliados sueñan con eso.
Una muestra de la admiración del partido de gobierno peruano por el apestado gobierno nicaragüense, ha sido la presencia de la congresista de Perú Libre Margot Palacios en la ceremonia de toma de mando de Ortega, algo que no pasaría de ser algo pintoresco, folclórico y muy propio del realismo mágico que se vive aún en varios países de la región, si no fuera por los asesinatos y abusos que comete esa tiranía que tanto aplaude la gente del lápiz.
Nadie que crea en la democracia y las libertades, puede aplaudir lo que sucede en Nicaragua ni en otros lugares donde regímenes tiránicos de izquierda han tomado el poder para no soltarlo y someter a quien se atreva a hacer una crítica. Lo vimos en las “elecciones” que acaba de ganar Ortega, en que casi todos los opositores fueron encarcelados y los medios de comunicación, silenciados. Lo que ocurre en ese hermano país centroamericano, es una herida para toda la región.