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La intolerancia, los enfrentamientos y las disputas siguen marcando la vida política del país. Ello fue evidente nuevamente en el Pleno del Congreso, que determinó acusar constitucionalmente y suspender a los congresistas Kenji Fujimori, Guillermo Bocángel y Bienvenido Ramírez por intentar comprar el voto de su colega Moisés Mamani para evitar de esta manera la vacancia del expresidente de la República Pedro Pablo Kuczynski.

Los insultos y las acaloradas discusiones han sido resonantes durante esta jornada. Se nota que el llamado a la unidad, el consenso y el trabajo coordinado sigue cayendo en oídos sordos y oportunistas. Cuando todos se sienten enérgicos y contundentes para imponer sus criterios, la investidura queda olvidada en un rincón. Entonces surgen los instintos, se pierde el control y se llega a cualquier extremo. Sin embargo, lo ideal es que los legisladores no se vuelquen a ataques con los ojos cerrados y se midan los riesgos.

Si cumplir los deberes en el Congreso significa sancionar a Kenji y a sus “Avengers” por hechos cuestionables, en buena hora; pero que se haga dentro de los atributos constitucionales. No obstante, lo ideal es que los congresistas también tengan plena consciencia de que se deben encarar muchas urgencias, como la vulneración de nuestra economía, la falta de empleo y las profundas desigualdades. Lo deseable sería que la bancada mayoritaria en el Congreso tuviera tanta fuerza para hacer sentir su poder político como capacidad para ayudar en la gobernabilidad.