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A propósito de la captura de “Caracol” en Colombia, la pregunta del millón sigue flotando para que la respondan los candidatos que intentan llegar a Palacio de Gobierno, Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski: ¿cómo harán para acabar con la delincuencia común en todas sus modalidades y con el crimen organizado, que tienen acorralado al país?

Pasó la primera vuelta y estamos en la recta final de la segunda y lo que hemos escuchado de los postulantes presidenciales de Fuerza Popular y Peruanos Por el Kambio sobre el tema resulta poco convincente, tratándose de una problemática que va en ascenso y demanda ser encarada con una política de Estado, no con maquillajes ni meros disparos al aire.

Keiko y PPK se han enfrascado en una anodina discusión sobre la vigencia del famoso régimen 24x24, sin advertir que para devolverle la tranquilidad a la población en las calles y plazas se requiere -además de efectivos disponibles- una dosis mayor de inteligencia ejecutiva, sincronización de esfuerzos y, sobre todo, decisión política; ergo, liderazgo.

Da la impresión de que para ambos la solución a la inseguridad total que nos ataca pasa por mostrar entre sus colaboradores principales a exdirectores generales de la Policía Nacional o ministros del Interior; en el caso de Fujimori, a Octavio Salazar, y por el lado de Kuczynski, a Gino Costa. La cuota de experiencia resulta necesaria sin lugar a dudas, pero urge una propuesta integral, innovadora, viable, tangible y sostenible que no encontramos en los discursos diarios. De lo contrario seguiremos viendo a “caracoles”, “geralds” y otros demonios como dueños de la situación.