Odiados, criticados, señalados como “lo peor que produce la televisión local”, los realities de competencia entre equipos; rojo, verde, leones y cobras, a pesar de lo que opinan sus detractores, son los programas más populares entre la juventud local, gozan de buena salud y mañana reaparecen recargados, renovados, como dándole la contra a todos los que quisieran que desaparezcan de la pantalla de un porrazo. ¿Son tan malos como parecen? ¿Se podrían mejorar? ¿Solo el rating los mantienen al aire? ¿Deberían exterminarlos de la faz de la tierra?

Formatos como los que vemos en la pantalla, léase “Combate”, “Esto es guerra”, existen y no de ahora, los

nuestros, luego de querer producir similares extranjeros sin mucha suerte, fueron adaptados a nuestra identidad y la de sus seguidores. Eso sí, una de las características que sí copiaron a pie juntillas de los foráneos fue en la elección de sus participantes, hombres y mujeres de muy buen ver, de extraordinarios cuerpos y ganas de comerse el mundo. Que este es el principal pecado de estos

programas piensan algunos. Que los jóvenes creen que el éxito y el dinero se consiguen por la apariencia física. No es necesariamente cierto, todo es relativo, el trabajo en televisión siempre será efímero, mientras dure el éxito, cuando se acaba, se terminó la bonanza. El estudio, jovencitos, dura para siempre y esos valores deberían siempre recordárselos en la casa.

Quienes ponen en la mira a estos programas no se fijan ni en los juegos, la competencia, la lucha por ganar

y acumular puntos para sus respectivos equipos, atacan a lo que en lenguaje televisivo se denomina “el show” y que siempre va a dar que hablar más que la esencia del espacio. Al grano, hablamos de los romances entre los participantes y que creemos debería cortarse de plano. Los productores siempre afirman que en los asuntos del corazón no hay forma de meterse, pero no hay que ser tan ingenuos para creer que muchos de estos amoríos son promovidos desde adentro para armar la polémica.

Autorregulación, explotar más la lucha por ganar en buena lid, dejar de usar la vida personal de los integrantes del reality, son caminos correctos para mejorar los contenidos de este tipo de programas. Si no desean que sigan siendo satanizados y culpados hasta de embarazos no deseados, sus responsables deberían hacer mea culpa y explorar otros senderos para el entretenimiento juvenil. ¿Será mucho pedir?