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En las elecciones de abril del año pasado, el fujimorismo logró obtener la mayoría en el Congreso por voluntad legítima de los peruanos. Sin embargo, al mismo tiempo, esa ola “naranja” nos trajo una serie de legisladores impresentables como pocas veces se ha visto en nuestra historia, al extremo que Keiko Fujimori y su entorno deberían revisar muy bien los filtros que tienen para armar su lista parlamentaria, para no darles otra vez gato por liebre a los peruanos.

Los peruanos conocemos ya los escándalos de los últimos meses. Hemos tenido gente que ha mentido en sus hojas de vida, que había falsificado documentos para seguir estudios superiores; personajes como Maritza García que, aparte de lo anterior, nos salió con su teoría acerca de los “agresores sanos”, una congresista que supuestamente fue a Amazonas en viaje de representación con gastos pagados por el Estado, pero apareció en Ecuador, y demás congresistas de antología.

Hace poco otro fujimorista, que tiene a su cargo nada menos que la Comisión de Ética, ha visto empañada su gestión porque otra legisladora “naranja”, sometida a investigación por aparentemente presentar certificados de estudios escolares falsos, le envió como regalo un costoso lapicero. ¿En esta gente pensaba apoyarse Keiko Fujimori en caso de llegar a la Presidencia del Perú, algo que no consiguió por muy poco?

Si el fujimorismo se jacta de ser una fuerza política seria y bien organizada en todo el país, no puede estar lanzando como candidatos al Congreso a gente con certificados falsos de quinto de secundaria, o que meten la pata al tratar en una comisión el muy delicado tema del maltrato físico y sicológico a la mujer, mientras el país vive indignado por este tipo de agresiones que deberían ser erradicadas de plano con el esfuerzo de todos, comenzando por las autoridades.

Dos recomendaciones: la primera, sancionar dentro del fujimorismo y en el Congreso que manejan, con todo el rigor, a estos personajes indefendibles; la segunda, que mejoren sus filtros si es que en elecciones futuras no quieren seguir pasando por papelones y haciendo que el Poder Legislativo insista en hundirse en el desprestigio. La plata que pueda aportar esta gente para las campañas no lo es todo.