En diciembre del 2016, mientras el Congreso debatía la censura del entonces ministro de Educación, Jaime Saavedra, en Correo hicimos públicos los diálogos sostenidos a través del sistema Telegram por los legisladores fujimoristas agrupados en el chat “La Mototaxi”, en el cual Héctor Becerril, Luis Galarreta y otros hacían alarde, con prepotencia, de su aplastante mayoría, que finalmente llevó a la salida del mencionado funcionario que venía del gobierno de Ollanta Humala.
Han pasado casi dos años y desde hace unos días IDL viene haciendo públicas las conversaciones de ese otro grupo de chat llamado “La Botica”, donde se deja muy en claro por qué el fujimorismo ha ido cavando su propia tumba, al extremo de haber llegado a que su lideresa, con un pie en la prisión preventiva, haya tenido que salir a pedir la reconciliación, en una actitud que dista mucho de los inaceptables términos usados para referirse incluso al presidente Martín Vizcarra.
Habría que ver qué dice la congresista Milagros Salazar luego de haber calificado de “traidor” y “malnacido” al jefe de Estado. La parte triste y anecdótica -pero muy reveladora- que muestra cómo se maneja la bancada “naranja” la pone en estos diálogos su colega de Arequipa Alejandra Aramayo, quien consulta a su lideresa Fujimori si deben recibir de pie y aplaudiendo al Mandatario una vez que ingrese a la sede del Poder Legislativo.
A juzgar por el momento en que se da el pedido de reconciliación de Keiko Fujimori, y por el grado de agresividad hacia el Ejecutivo mostrado antes por “La Mototaxi” y ahora por “La Botica”, los peruanos tenemos derecho a desconfiar de la rama de olivo que lanza hoy el fujimorismo, que en los últimos días parece descomponerse y entrar en una fase de emergencia, tal como mostramos en nuestra portada del martes último.
El fujimorismo recibió la mayoría del Congreso, pero no para hacer lo que ha hecho, lo que se traduce en el lenguaje de estos chats. Estuvo bien generar la salida de Pedro Pablo Kuczynski por sus escandalosos nexos con Odebrecht mientras era ministro del prófugo Alejandro Toledo, pero aparte de eso Keiko y compañía no han hecho más que dañarse y dañar al país. ¿Dónde quedó la responsabilidad de honrar la confianza dada en las urnas? Acá hay mucho que explicar.