Muchos de los que defienden la reciente resurrección del Senado tratan de mostrar a la llamada “cámara alta” que estuvo vigente hasta el 5 de abril de 1992, como la solución a los grandes problemas del país porque allí, dicen, había y habrá gente reflexiva, pensante y experimentada, a diferencia de los personajes que se ven desde hace varios años en el Poder Legislativo unicameral que nos trajo la Constitución de 1993.
Sin embargo, aquellos que romantizan el Senado, deberían recordar que precisamente mientras existió, el Perú jamás fue un paraíso. Al contrario. Hasta inicios de los 90 éramos un país peor al que tenemos hoy, con una economía destrozada por la hiperinflación, declarados parías en el sistema financiero internacional, con bandas terroristas masacrando peruanos, sin carreteras, con servicios básicos paupérrimos, y con empresas públicas ineptas, deficitarias y corruptas.
Claro, en el Senado había unos ilustres señores que daban discursos muy bonitos, con poses y levantadas de brazos que a todos nos gustaría escuchar hoy. Daban cátedra de oratoria y argumentación jurídica. Eso sería, sin duda, mucho mejor que tener en el hemiciclo a Pasión Dávila, a Héctor Valer, a Maria Agüero o a Edwin Martínez, el que voto por Josué Gutiérrez para defensor del Pueblo porque era paisano de una de las trabajadoras de su despacho.
¿Sin embargo, de qué valieron los discursos de tremendos caballeros como los que ya no se ven en el Congreso? ¿Nos llevaron a reducir la pobreza, a que no exista división entre peruanos, o a que haya mejores hospitales y colegios públicos? Todo lo contrario, pues la salida del hoyo del Perú comenzó precisamente cuando desapareció el Senado y tuvimos un Poder Legislativo unicameral, como el que acaban de desaparecer.
Se ha romantizado mucho el Senado y se le ha pintado como un templo de sabiduría política y decencia. Pero si hacemos un poco de memoria nos daremos cuenta que la realidad es otra. Además, al actual Congreso se le ha ocurrido pasar de un Poder Legislativo de 130 integrantes a uno de 190, en momentos en el peruano de a pie no quiere saber nada del Parlamento lleno de mucha gente nociva. Quizá era el peor momento para hacerlo, pero lo hicieron.