Nuestro Congreso en otro de sus desaciertos propone la “Medalla a los Defensores de la Democracia” para el cardenal Cipriani, Almirante (r) Giampietri y a Francisco Tudela. En estricto rigor, ninguno la merece. Veamos los motivos:

JUAN LUIS CIPRIANI: Nuestro cardenal tiene más pecados que usted y yo, amigo lector. Recuerdo cómo defendía al Fujimorismo hasta el último minuto. Cuando todos sabíamos que era una corrupción generalizada, nuestro cardenal nunca dijo nada. Yo he visto cómo lo silbaron en el Te Deum del 28 de Julio de 2000 cuando intentaba defender lo indefendible.

FRANCISCO TUDELA: Fue el primer vicepresidente de Fujimori en la reelección del 2000. ¿No sabía nuestro erudito internacionalista que habían comprado congresistas, jueces, fiscales, periodistas y militares? Sí sabía. Y no sólo se quedó callado, sino que quiso ser vicepresidente de una dictadura que cayó por inercia.

LUIS GIAMPIETRI: Quizás entre los tres es quien más valor tiene. Tuvo una destacada actuación como rehén en la embajada de Japón y desde adentro operó con inteligencia: envió información que sirvió para el rescate de los rehenes.

Pero Luchito también tiene su pecado: fue presidente de IMARPE en el 2000, es decir, sirvió a una dictadura, cosa que un defensor de la democracia nunca lo haría.

Tal vez haya un error. Debería llamarse “Medalla a los Defensores del Fujimorismo”.