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Es parte de la naturaleza humana no aprender de nuestros propios errores. Pero cuando le cuesta al Estado peruano (léase: a tu bolsillo y el mío) millones de soles cada año tratar con fármacos un problema que necesita cirugía, es hora de preguntarse cuándo tendrá el Perú una estructura de prevención de desastres que lo proteja contra su propio temperamento.

En el 2018 no se llegó a gastar la mitad del presupuesto asignado para la Reconstrucción con Cambios. El Decreto Supremo N°054-2019-EF, publicado ayer en el diario El Peruano, ha destinado este año más de 5 mil millones de soles para el mismo fin. Pero mientras intentamos reconstruir lo que El Niño abatió en el norte hace dos años, tenemos que lidiar a la vez con ríos que se vuelven a desbordar y lluvias que nos vuelven a inundar. ¿Dónde está la prevención? ¿Qué pasará el próximo verano, cuando el mismo río saquee la misma casa que se reedificó en el mismo lugar?

Pronto llegará julio y con él las heladas en el sur: “¡Abriguemos a nuestros hermanos en Puno!”. Todos nos sentiremos muy solidarios porque colaboraremos con las campañas y enviaremos mantitas. Lamentablemente, si vives a -15 °C, una mantita no va a evitar que contraigas neumonía. Lo que sí pasará es que los colegios suspenderán sus clases, porque un niño no puede estudiar a esas temperaturas sin arriesgar su salud.

¿Qué hacer, entonces? Ante nada, no digo que dejemos de enviar ropa, víveres y medicinas en momentos de crisis. Eso salvará una vida mañana. Después, entender que uno no siempre cosecha lo que siembra. El gobierno que implemente las reformas que nuestro país verdaderamente necesita de ninguna manera verá los resultados durante su gestión. El gobierno que decida ejecutarlas sabrá que tal vez no será recordado con grandeza por la historia, pero que el Perú se deberá a él.