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En los últimos días, parte de la infraestructura de riego de tierras de cultivo fue afectada por las lluvias registradas en el país y que provocaron huaicos, destrucción de tomas, canales y sembríos arrasados, situación que se repite, en parte, por la falta de prevención para tener controlados los diferentes sistemas de riego que garanticen el agua y los riesgos sean mínimos.

La gente del campo sabe que cuando estas cosas pasan, el Estado le lanzará un salvavidas cuando gran parte de la responsabilidad debe ser asumida por las juntas de regantes, organizaciones que incumplen su misión y objetivos.

Estas organizaciones tienen la obligación de ser eficientes en el manejo de fondos que captan por el cobro del recurso hídrico y otros asuntos, empero pocas piensan con seriedad en la prevención y adquieren maquinaria que ayude a dar seguridad a sus tierras, como asegurar y dando mantenimiento a las defensas ribereñas.

En los últimos días, angustiados agricultores que veían perder sus terrenos de cultivo pedían auxilio a sus juntas, empero no recibían apoyo, ya que no cuentan con la maquinaria que debían adquirir, pues sus directivos están más metidos en temas políticos e invirtiendo los pocos recursos para darse la gran vida, protestar por asuntos que no les compete o comprar vehículos del año para uso personal.

Las juntas de regantes deben reformarse para asegurar el eficiente uso del recurso hídrico, capacitar a sus socios y convertirlos en eficientes. Además, invertir adecuadamente los presupuestos para conservar en buen estado y dar mantenimiento la infraestructura de riego. El Estado ayudará en algunos casos, empero no siempre puede ser beneficencia del sector, como pasa con mayor frecuencia.