Días atrás una niña de Piura que se encontraba dentro de su casa recibió una bala disparada por un extorsionador; en Trujillo un empresario secuestrado hace dos semanas ha sido liberado luego de sufrir cautiverio y brutales torturas; en Lima hace poco asaltaron un banco y ahora circulan videos donde criminales venezolanos encapuchados y con fusiles amenazan con desatar una guerra contra los que se oponen a su ilícito “negocio” del cobro de cupos en zonas comerciales como Gamarra y La Parada.

Sin duda esto se está saliendo de las manos y es escasa la respuesta que se ve desde el Estado por una razón muy simple: no hay voluntad política de hacer frente a esta lacra que nos golpea a todos, pues el gobierno de Dina Boluarte más anda pensando en viajes al extranjero que encima le estallan en la cara y generan solo críticas, como el que realizó a El Vaticano y ahora a Washington, donde supuestamente tenía una reunión bilateral con el presidente Joe Biden que al final jamás se realizó.

Falta poco para que la gente se agarre a tiros en las calles y la economía no camina por estar en recesión, pero la mandataria anda de viaje y ni quiera se da el trabajo de renovar su equipo ministerial para tratar de mejorar la gestión en sectores que están haciendo agua. Cómo será de crítica la cosa que han tenido que suspender las clases presenciales en algunos colegios para evitar que los niños y adolescentes se vean afectados por eventuales situaciones violentas.

Sin duda el hampa está ganando terreno en La Victoria, El Agustino, Lince y hasta al propio Cercado de Lima, pero la única respuesta ha sido algunas declaratorias de emergencia que no dan los resultados que todos quisiéramos. ¿Dónde está el llamado “Plan Boluarte” que se inventó el premier Alberto Otárola para decirle a los peruanos que había una estrategia contra la violencia, cuando en realidad no había nada de nada? Simplemente ha sido una tomadura de pelo a los ciudadanos.

Recordemos que por no tener un plan claro para hacer frente al terrorismo a lo largo de los años 80, estos salvajes casi toman el país y lo hacen estallar con todos nosotros adentro. Hoy ocurre algo similar con la violencia callejera que ya no es exclusividad de las ciudades de la costa norte, sino que se ha instalado en Lima y a pocas cuadras de Palacio de Gobierno, donde parecen estar mirando a otro lado. ¿Dónde está la respuesta contundente que todos esperamos?