Lo sucedido con el coronel PNP Harvey Colchado, en que al final del lunes fue retirado de la División de Búsqueda del equipo dedicado a atrapar a los prófugos vinculados al presidente Pedro Castillo, para horas más tarde ser repuesto en el cargo en medio del escándalo y las duras críticas de la fiscal Marita Barreto, ha sido un retroceso obligado de parte de un mandatario desesperado que sabe que para él y los suyos, la cárcel será una realidad tarde o temprano.
Es evidente que el mandatario no quiere al coronel Colchado. Incluso ha presentado en su contra una denuncia ante la Inspectoría General de la Policía Nacional, hoy en manos de un general chotano más que cuestionado, con la intención de que lo boten de la institución. No perdona que este oficial haya hecho su trabajo de cumplir el mandato judicial de detención contra la hoy reclusa Yenifer Paredes, quien se ocultaba en Palacio de Gobierno.
El pretexto dado por el Ministerio del Interior para “retornar” a Colchado a su cargo, es que alguien tomó la decisión de sacarlo de la División de Búsqueda sin conocimiento del ministro del Interior, Willy Huerta. Esa historia no se la cree ni Alejandro Salas en sus momentos de mayor “inspiración”. ¿Alguien en el sector o en la PNP va a adoptar una medida de ese tipo sin hacer la consulta del caso sabiendo la repercusión que política, judicial y mediática que podría traer?
Acá lo que ha sucedido es que se han visto obligados a retroceder en su intención burda de sacar al coronel Colchado. Es una muestra más de que Castillo y compañía están manejando el Estado como una chingana de barrio en su afán por blindar a un jefe de Estado embarrado hasta el cuello en actos de corrupción. El profesor busca botar a quien tiene la misión de encontrar a los prófugos que podrían delatarlo y no responde a las preguntas de la Fiscalía. Está claro.
Es imposible creer que estamos ante una persona inocente. Si lo fuera, no tendría problema alguno con la policía ni con los fiscales, ni tampoco mandaría a su premier a hablar pestes del Ministerio Público, el que dice que inventa testigos. La desesperación cunde en Palacio de Gobierno, donde se toman medidas desesperadas. La pregunta es: ¿una persona con esos temores y esas actitudes, y que no duda en usar su poder para blindarse, puede seguir al frente del país?