La presidenta Dina Boluarte anunció en Estados Unidos el estado de emergencia en dos distritos limeños y una provincia piurana para luchar contra la inseguridad ciudadana. Cuando una periodista peruana le preguntó sobre la decisión de sacar las Fuerzas Armadas a las calles, la mandataria le respondió: “Está usted un poco agresiva con su pregunta”. Por supuesto, fue una declaración desafortunada de Boluarte, pero lo peor es que transmitió intolerancia, desesperación y desconcierto.

La jefa de Estado debe ser consciente que para resolver los problemas que afectan el día a día de los peruanos, lo primero que necesita es tranquilidad, pero además es fundamental tener planes. ¿Los tiene? Por ahora, parece que no.

La delincuencia está convirtiendo al Perú en un país apocalíptico y violento. Es cierto, que hay iniciativas y proyectos, pero con total falta de ejecución. Por ejemplo, se ha decidido declarar el estado de emergencia en algunas ciudades y el apoyo de las Fuerzas Armadas para enfrentar a la ola criminal que azota el país, pero no hay definiciones claras ni estrategias al respecto.

Recurrir a los militares para abordar la inseguridad ciudadana es un tema muy polémico. La mayoría clama por ello como si fuera la solución más rápida. Sin embargo, sería bueno concentrarse también en mejorar el equipamiento y el entrenamiento de nuestras Policía Nacional. Es lógico que para que puedan cumplir eficazmente su labor, es esencial que cuenten con los recursos necesarios y el apoyo adecuado por parte del Gobierno.