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“Buscar el diálogo” probablemente sea la frase que más he oído proclamar a miembros del Ejecutivo en lo que va del año. Buscar el diálogo es provechoso, evidentemente; siempre y cuando este sea transparente al punto que, si se hace público, no se geste una lucha por quién traicionó a quién.

Como todos sabemos, el caso peruano en la última semana ha sido más bien distinto. Las armas estaban preparadas y el audio que se difundió el pasado sábado hizo que estalle una nueva batalla en esta guerra. Qué rápido volaron los cañones. De todos los frentes se escucharon voces diciendo “¡traición!”, “¡deslealtad!”, “¡intimidación!”. Se viene apuntando y disparando a los egos de ambos bandos y nadie se da cuenta de que el único guerrero en el suelo, desangrándose, es el pobre Perú.

Dicen desde el Ejecutivo que la difusión del audio es una deslealtad al Presidente. ¿Pero qué hay de la confianza que el país entero depositó en él? Qué lástima que le hayan sido desleal, Presidente; de verdad. Pero usted debe gobernar igual y con la misma transparencia frente a todos. Usted, al fin y al cabo, se debe al Perú y a todos los peruanos.

Dice usted que no hubo nada irregular ni ilegal en la grabación. Eso es cierto. La gran pregunta es: ¿Y qué? El hecho es que más de la mitad de los peruanos hemos quedado con un sabor amargo, y eso puede ser igual de grave. Ese tipo de excusas no son válidas para un presidente. Lo que en realidad necesitamos es que se genere trabajo y que se atraiga la inversión. Necesitamos prosperidad, aunque pueda parecer que no la queramos.

A veces parece que los peruanos somos autodestructivos. Estamos viviendo el colapso progresivo del Estado peruano, muchos de nosotros por primera vez. Hay que darnos cuenta.