Los peruanos estamos cansados, agotados, desanimados, después de sufrir el embate de un golpe durísimo a la salud pública y a la economía nacional, producto de una pandemia importada. Contabilizamos, en miles, los muertos en nuestras propias familias o las de nuestros amigos o vecinos cercanos. Muchos hemos perdido nuestros trabajos, nuestros emprendimientos, estamos llenos de deudas ò con ingresos reducidos. Tenemos cuentas que pagar, hijos que educar y familias que alimentar. En medio de este panorama, tenemos además, que elegir a un nuevo Presidente de la Republica para, juntos, recibir (no hay nada que celebrar..) el bicentenario nacional.

En este devastador escenario, nos invaden propuestas identificadas doctrinariamente con el comunismo, marxismo/leninismo, que ya han sido ensayadas y fracasaron ostentosamente años atrás en nuestro país, y que no han sido exitosas en ninguna parte del mundo, pero que parecieran sintonizar falazmente con la desazón de muchos ciudadanos, sobre todo los más vulnerables del Perú profundo, esos que no tienen agua, desagüe, luz, transporte, seguridad, derechos, que viven alejados del desarrollo y bienestar, producto del fracaso político y de la estafa de sus propias autoridades y del Estado durante muchos años. Muchas de esas “autoridades” han sido condenadas por el Poder Judicial por delitos claramente comprobados en sus regiones, como son los casos de los ahora ex gobernadores de Junín, Puno, Cajamarca, Ayacucho, Apurímac, Cusco y una larga lista adicional; autoridades corruptas que solo trajeron pobreza y atraso a sus regiones, que no supieron ejecutar los presupuestos públicos descentralizados que tuvieron a disposición; que no supieron invertir los aportes del canon minero, las regalías que les llegaron a sus cuentas bancarias; que no hicieron obras a favor de sus representados y que sin embargo hoy, gritan que salvaran al Perú. Miremos las cifras, miremos la realidad. No nos dejemos engañar.

El Perú necesita más que nunca un líder que garantice la unidad de todos, la tolerancia, la democracia, la libertad de expresión, el balance de poderes; que trabaje hombro a hombro con los mejores profesionales y técnicos, que se faje por el país; que garantice la transparencia y probidad en el uso de los recursos públicos que los peruanos aportamos al fisco con nuestro trabajo y sudor para que, de esta forma, todos los ciudadanos podamos caminar con dignidad y de acuerdo a nuestros propios deseos, optar por hacer esto o aquello, en pleno ejercicio de nuestra libertad. No necesitamos caudillos radicales que nos digan lo que tenemos que hacer, que restrinjan nuestros derechos y que limiten nuestra libertad.

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