Después de dos años se derogó el Estado de Emergencia por la COVID-19 en nuestro país. Si bien es cierto, esta es una buena noticia, el problema mayor es que el Gobierno no ha mejorado el sistema de salud para lo que se viene. La falta de atención en los hospitales de todo el país, la escasez de medicinas y fármacos para las quimioterapias de los pacientes con cáncer, la carencia de equipos y ambulancias y el personal mal pagado son algunos síntomas de este precario sistema de salud, que no da ninguna esperanza que afrontemos con éxito algún desafío como el coronavirus en el futuro. Y para graficar la incapacidad de la gestión del presidente Pedro Castillo podemos decir que hay 65 proyectos de salud con retraso. Para él y sus ministros no hay urgencia  de solucionar este servicio público, tan elemental para los peruanos.

Para colmo, el ministerio de Salud está controlado por Perú Libre y con su titular investigado por enriquecimiento ilícito. Imagínense que su familia vendió un tomógrafo, cuando su región (Junín) tiene estos aparatos malogrados en dos principales hospitales de Huancayo y los pacientes tienen que ir a otra provincia o pagar en clínicas.

“Tenemos a un ministro que vino de la chacra, del último rincón del país, porque donde está la necesidad y va a recorrer conmigo posta a posta”, dijo cierta vez Castillo para presentar a Hernán Condori. No solo no cumplió sino que agravó la situación. ¿Y la salud? “Ay, siguió muriendo”, como diría Vallejo.

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