La sentencia dictada ayer por el titular del 30 Juzgado Penal Liquidador de Lima, Raúl Jesús Vega, contra el autor, el editor y la editorial del libro “Plata como cancha”, relacionado a la vida y milagros de César Acuña, es aberrante e indignante, y deja las puertas abiertas a que en el futuro cualquier periodista o investigador que haga un perfil de cualquier autoridad o aspirante a serlo, termine empapelado.

La condena de dos años de prisión suspendida y el pago de una reparación civil de 400 mil soles por el delito de difamación agravada, ha recaído en el periodista Christopher Acosta, el editor Jerónimo Pimentel y la editorial Penguin Randon House Perú.

Todos los periodistas e investigadores de este país deberían estar muy preocupados por el grave precedente que el juez Vega está dejando en su sentencia, pues ha dado como ciertas algunas barbaridades, como que ningún periodista puede citar, sin riesgo de ser condenado, la declaración de un tercero si es que antes no la ha corroborado, algo que no resiste el menor análisis ni en un aula de primer ciclo de periodismo. De un plumazo acabó con la posibilidad de citar una fuente.

Ayer ha sido un día negro para el periodismo y la libertad de expresión en el Perú, pero también para el Poder Judicial. De igual forma ha sido una jornada nefasta para Acuña quien con toda seguridad ha liquidado el poco capital político que le quedaba tras haberse convertido en aliado del presidente Pedro Castillo y Perú Libre.