El presidente Francisco Sagasti lleva a cabo una ronda de diálogo con los diferentes líderes políticos de nuestro país. Por si hiciera falta recordarlo, el desarrollo de la democracia implica diálogo e integración aún con quienes tienen diferencias ideológicas o simplemente de pensamiento.
Por ejemplo, la presencia de Keiko Fujimori, la lideresa de Fuerza Popular, en la reunión con el Jefe de Estado en Palacio de Gobierno es saludable. Incluso al salir del evento se mostró de acuerdo a colaborar con la gobernabilidad. Es una forma de deponer antagonismos crónicos.
Si el proyecto común de la clase política es llegar bien al Bicentenario, los consensos, la convivencia y el respeto por el otro debe ser lo primordial. El debate enconado, la descalificación y el insulto nos llevarán a transitar por el abismo. Ya basta de fragmentación política. Ya basta de obsesionarse con los intereses partidarios o aspiraciones políticas.
No hay que llenarse la boca hablando de reivindicaciones a favor del pueblo si no se construye en forma conjunta un plan para que el país encuentre el rumbo para salir de la crisis. En esta tarea se necesita del apoyo de todos. En este grave panorama por el que atraviesa el país nadie tiene derecho de esquivar el reto ya que si siguen las pugnas y disputas habrá pocas posibilidades de superar esta grave situación.