GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

En el siglo pasado, Ramiro Prialé, uno de los líderes del hoy casi desaparecido Partido Aprista Peruano (PAP), decía que “conversar no es pactar”. Esta frase hoy cobra vigencia cuando en el país los representantes de instituciones del Estado buscan demostrar quién maneja el poder o golpea más, con lo cual se incide en caminar sin rumbo, metas ni objetivos comunes.

Pensar en un futuro que anhela el país está relegado y olvidado debido a las disyuntivas de quienes tienen en sus manos el destino de los más de 30 millones de peruanos. Las posibilidades de diálogo son pocas para tender puentes de conciliación. Durante aquellas ocasiones en que fue posible conversar, siempre predominaron la falta de sinceridad y el cinismo.

En los últimos años, se buscó frenar los enfrentamientos estériles entre poderes del Estado mediante buenas intenciones, incluso promoviendo el Acuerdo Nacional, que quedó en una amena reunión para una fotografía del recuerdo y el aplauso de la platea.

Tanto Ejecutivo como Legislativo llegaron a situaciones intransigentes. Querer culpar solo a uno de ellos no sería justo, ya que tienen responsabilidad compartida.

La oportunidad de un diálogo entre el presidente de la República, Martín Vizcarra, y el titular del Congreso, Pedro Olaechea, surge como una posibilidad para unificar criterios y poder discutir propuestas comunes a fin de evitar que el país vaya camino al despeñadero y que los indicadores económicos positivos se enfríen. Conversar no es pactar, pero si se producen acuerdos, se deben respetar y cumplir, por el bienestar de todos.

TAGS RELACIONADOS