El premier Gustavo Adrianzén ha dicho que el gobierno de Dina Boluarte es histórico. Debe decirlo porque su desaprobación rompe todos los récords históricos en el Perú.
Los políticos suelen montar un teatro para convencernos de que lo que hacen es bueno, aunque el país se esté encaminando hacia el abismo. Sin embargo, lo que escuchamos de los ministros actuales parece sacado de un guión de cómicos ambulantes. Como decía el poeta chileno Pablo Neruda: “Muchos políticos son muy divertidos, pero de tan divertidos se vuelven peligrosos”.
El ministro de Educación, Morgan Quero, ha manifestado que así como se está abriendo la opción de la reelección de alcaldes y gobernadores regionales, “vamos a hacer la reflexión también para que se pueda hacer una reelección presidencial”, insinuando claramente que Dina Boluarte podría presentarse en las próximas elecciones. Según Quero, la presidenta hace un buen trabajo y su baja aprobación se debe al acoso político.
Otros miembros del gabinete sostienen que, tras viajar por todo el país, han comprobado que la aceptación de la mandataria es mucho mayor de lo que indican las encuestas. Esto es una gran mentira. Yo visito frecuentemente el interior del país y creo que dentro de poco la aprobación a Dina Boluarte será cero.
Es momento de que se terminen las fantasías. Cuando uno está en el poder, hay una tendencia natural a evitar la realidad para mantenerse en ese círculo de privilegios. Sin embargo, esto ya es inconcebible. Hoy se necesita objetividad y soluciones racionales para superar el descrédito social.
El Perú necesita un liderazgo que enfrente los problemas con honestidad y transparencia. La gestión actual parece más interesada en mantenerse en el poder que en resolver los problemas del país. Es imperativo que los líderes políticos abandonen sus ilusiones y comiencen a trabajar con seriedad y compromiso por el bienestar de todos los peruanos.