En el mundo político, las encuestas desempeñan un papel crucial. Son utilizadas como herramientas estratégicas para comprender las preferencias y preocupaciones de la población y, a su vez, para diseñar mensajes y estrategias políticas efectivas. Como menciona Rey Lennon en su “Pequeño manual de encuestas de opinión pública”, si lo que se habla y se propone no guarda coherencia con las acciones y políticas implementadas, cualquier encuesta será adversa. Eso es lo que pasa hoy con Dina Boluarte. Al no cumplir con lo que promete o no abordar las principales demandas de la ciudadanía, los sondeos reflejan descontento y un rechazo asu gestión.
En estos momentos no hay señales claras de la lucha contra la corrupción, tampoco hay mejora en el sistema de salud ( algo grave ante el brote del dengue) y en la solución de los problemas de inseguridad ciudadana. Por ello, el 77% de peruanos desaprueba el Gobierno de Dina Boluarte, según la última encuesta de Ipsos.
Más allá de gritar a los cuatro vientos que se quedará hasta el 2026 (como si eso fuera el motor de su gestión) y pechar a Keiko Fujimori como diciéndole: “A ver pues, si quieres adelanto de elecciones dile a tu bancada en el Cogreso que concrete la reforma. Veremos si le hacen caso”, Dina Boluarte se debe dedicar a gobernar y llevar a cabo medidas efectivas para satisfacer las necesidades de la mayoría de la población. Es evidente que la presidenta hoy se siente fuerte y empoderada por el respaldo de los congresistas, pero debe recordar que la legitimidad se lo da la gente. Es importante recordar que solo la eficacia en la implementación de planes para mejorar la calidad de los peruanos se consolidará en el poder.