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En los últimos 25 años, muchos peruanos hemos mejorado nuestro acceso a servicios públicos básicos; pero esto no es una realidad para todos los servicios, todos los peruanos y todo elpaís.

En Lima tenemos mejor calidad y acceso al agua, aunque hay muchos que compran agua de cisternas. A nivel nacional, solo un 35% de los hogares accede a agua segura (clorada) y en zonas urbanas hay un 5.6% de hogares que no tienen acceso a la red pública; 18 EPS intervenidas por su situación financiera son solo una muestra del problema.

Tenemos mejor generación de energía y bastante buena transmisión; pero la calidad en la distribución entre Lima e Ica y la que proveen las empresas públicas regionales es dramática, en términos de interrupciones y estabilidad, como en Apurímac, donde cada interrupción dura en

promedio 77 horas. Sin mencionar el acceso en Loreto y en algunos distritos como San Vicente de Cañete, donde podemos encontrar hasta un 20% de hogares sin acceso al servicio. Tenemos una red de educación pública con bastante buena cobertura, pero con serios problemas de calidad y con una infraestructura sin servicios básicos de agua y desagüe en

muchas provincias, y con antigüedades mayores a los 50 años en casi un 25% de los casos.

Tenemos más oferta privada de salud, que podemos usar si estamos asegurados en una EPS o tenemos un seguro o autoseguro de salud, o si utilizamos nuestros ingresos para pagarla directamente. Pero solo un 5% de la población puede decir que tiene este financiamiento y el resto se atiende en la red pública del Minsa o en EsSalud, que sabemos que tiene serios

problemas de integración de redes, recurso humano, equipamiento, entre otros. Y así podemos repasar servicio por servicio y llegar a la conclusión que hay mucho aún por hacer. La agenda de políticas públicas en servicios públicos tiene tres capítulos: definir cuáles son estos servicios básicos que debieran tener cobertura universal, definir las poblaciones que recibirán subsidios parciales o totales según sus niveles socioeconómicos y discutir cuáles son las mejores rutas para entregar estos servicios y financiamiento, evaluando la evidencia de cómo el sector privado puede contribuir. Repensar los servicios desde el ciudadano, en resumen.

Tenemos una red de educación pública con bastante buena cobertura

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