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Se olvidan que se jura por Dios y por la Patria la obediencia a la Constitución. Resulta oportuno recordar el preámbulo de la Constitución: “El Congreso Constituyente Democrático, invocando a Dios Todopoderoso, obedeciendo el mandato del pueblo peruano y recordando el sacrificio de todas las generaciones que nos han precedido en nuestra Patria, ha resuelto dar la siguiente Constitución”, por mandato del pueblo a ella le debemos obediencia y respeto.

La cuestión de confianza, proponiendo la aprobación de una norma que se aplique a un proceso en trámite como el de elección de miembros del Tribunal Constitucional competencia del Congreso, es imponerle agenda, horarios y plazos sobre una materia que no le corresponde, y viola el principio de separación y autonomía de los poderes del Estado. La medida se sustenta en la supuesta falta de transparencia del proceso, lo cual solo fue la excusa para disolver el Congreso ante la negativa del adelanto de elecciones, pero con ello se atentó contra derechos fundamentales como el derecho a la dignidad, honor y buena reputación de los candidatos invitados, al ser maltratados públicamente. Es posible disolver el Congreso, en dos supuestos, si se censura o se niega la confianza a dos Consejos de Ministros; no existe en la Constitución “negación fáctica” de confianza, esta debe ser expresa. El Congreso votó la cuestión de confianza, otorgando la misma. La “negación fáctica” contraviene el artículo 134 de la Constitución. La disolución del Congreso es una facultad del Presidente de la República, puede o no ejercerla; para hacerlo deberá contar con el voto aprobatorio de la mayoría del Consejo de Ministros. Ante la renuncia de Del Solar cae todo su gabinete, hecho ocurrido el día lunes 30 de setiembre, nos preguntamos ¿qué ministros respaldaron la disolución del Congreso?

La juramentación del señor Vicente Zeballos como primer ministro, horas después de anunciar la medida, corrobora que dicha decisión no contó con respaldo ministerial, contraviniendo la Constitución. La disolución nos conduce a la concentración de poder sin control, lo que nos coloca lejos de la Constitución y próximos a una dictadura.