La medida anunciada en la noche del lunes por el presidente Pedro Castillo de encerrar en sus casas por 24 horas a los casi 11 millones de peruanos de Lima y Callao, es una gran muestra del temor que tiene el gobierno de que la calle molesta se le venga encima, y al mismo tiempo de la precariedad de un equipo ministerial que no es capaz de hacerle ver al mandatario que acciones de ese tipo son abiertamente ilegales y que además afectan la economía ya agujereada por la pandemia.
Decisiones de este tipo solo pueden ser avaladas por un gabinete de terror integrado por gente como el casi pintoresco Aníbal Torres; el triste ministro de Cultura, Alejandro Salas; su colega de Defensa, José Gavidia, que el lunes fue a hacer un papelón al kilómetro 13 de la Carretera Central; el rey de las tesis doctorales, Rosendo Serna; el de Interior, Alfonso Chávarry, que no logra atrapar a Bruno Pacheco, o el de Justicia, Félix Chero, quien ayer minimizó los afectos del encierro.
Llama la atención que ministros como el de Economía y Finanzas, Óscar Graham; y el de Relaciones Exteriores, César Landa, ambos considerados por muchos como serios y competentes, aunque con el segundo de ellos se pueda discrepar políticamente, sean parte de medidas de este tipo que no se veían desde la dictadura militar de los años 70, salvo en la coyuntura del COVID-19. ¿Qué más viene? ¿Más toque de queda y tanques en las calles como el 5 de febrero de 1975?
El país está pagando las consecuencias de tener a un presidente descalificado en todo sentido para el cargo, e incapaz de convocar a gente valiosa para que al menos le hable al oído y le impida que cometa disparates como el vivido ayer. Tenemos un mandatario que no debió pasar de ser un agitador y tirapiedras de la Plaza Dos de Mayo, y un equipo de gobierno que no sirve para cubrir sus inmensas falencias. ¿Creen que esa labor la puede hacer Aníbal Torres o un ministro de Agricultura vinculado a dos asesinatos?
Ayer por la tarde, pese a la inmovilización dispuesta, miles han salido a las calles a protestar también en Lima. Ha habido muchos vándalos y delincuentes que han atacado a la policía en la avenida Abancay. Para ellos, todo el peso de la ley. Pero si el régimen y sus escuderos se quedan solo en eso, o con el cuento de que en la capital apenas marchan los “ricos”, demostrarían una vez más que están viviendo en un mundo paralelo, lo que sin duda les pasaría una inmensa factura.