El alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, ha anunciado que erradicará a los informales que en diversas esquinas limpian los parabrisas de los autos, la gran mayoría de veces en contra de la voluntad de los conductores, esto a raíz del asesinato cometido por un venezolano en la avenida Grau, donde acabó con la vida de un conductor que le reclamó por darle un “servicio” que nunca le pidió.

Ayer el burgomaestre de Santiago de Surco, Carlos Bruce, dio un decreto de alcaldía disponiendo la prohibición de la presencia de limpiaparabrisas y lavadores de autos en las calles, advirtiendo que el serenazgo y la Policía Nacional deberán hacer cumplir esta norma.

Hasta allí muy bien. Si se trata de evitar la presencia de estos informales, especialmente de los limpiaparabrisas que muchas veces atropellan con detergentes y trapos a los conductores, sobre todo a las mujeres, para exigir dinero a cambio de un “servicio” no solicitado, está muy bien.

Sin embargo, si las disposiciones están dadas, tendrán que ser cumplidas. El anuncio de la erradicación de estos informales de los semáforos no puede ser un gesto para la tribuna tras el asesinato de una persona en la avenida Grau, para más tarde quedar en nada.

El papel aguanta todo. Por eso, no basta con dar normas. Hay que hacerlas cumplir. Los ciudadanos y los medios estamos para reclamar si esto no sucede.



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