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Entrando al mes patrio es bueno conocer que desde la Independencia nuestros precursores vieron al clima como una necesidad para la ciencia y el desarrollo. Don Hipólito Unanue, precursor, médico y primer meteorólogo peruano, con su doctrina se adelantó al análisis actual, buscando una explicación racional. Con mucha visión, contrastó la teoría con la observación y usó la meteorología para tratar de explicar el temperamento y comportamiento del limeño.

Y es así que en su gran obra “Observaciones sobre el clima de Lima y sus influencias en los seres organizados en especial el hombre” describe de manera magistral para su época el comportamiento climático de Lima a inicios del siglo XIX y… ¿saben qué? No ha variado nada.

Las temperaturas, los vientos y los hidrometeoros cumplen la estacionalidad actual y es motivo de un estudio para confirmarlo. Este genio ha dejado en su legado algo muy importante que los limeños no usamos: datos históricos que permiten hacer estudios climáticos de 200 años atrás, lo cual es vital, pues mientras muchos quieren ver el futuro, creo que primero es ver nuestro pasado, para imitarlo o corregirlo técnicamente.

En los años 70, ¿qué niño después de jugar en el parque no usaba el caño para refrescarse? Éramos una patota de 20. Hoy en el mismo parque intentamos tomar agua en el mismo caño 300 niños.

Así era nuestro río Rímac en esa época. Brindaba su hablador cauce a solo 70,000 habitantes y hoy a 8’223,000. ¡Qué caño aguanta ahora! No es culpa de la naturaleza. Adaptémonos no al cambio climático, sino a nosotros mismos.

El meteorólogo Hipólito Unanue describió el clima como si estuviese hoy en esta caótica Lima y lo escucho diciendo: “Soy hombre, creo que nada de lo humano me es extraño”. Lo máximo.