De entre las incontables ironías que suele darnos el sentido temático de identidad nos topamos con el caso de dos ciudadanos japoneses Matsuzaki Ayane "Pariahuanita" y Auki Ryuya, quienes son cultores acérrimos de la música ayacuchana y nos están demostrando que el sentir y pentagrama musical profundo se llevan en el corazón y el alma que no siempre se enjuga de lo nuestro.
Dos japoneses con corazón ayacuchano que cultivan la pureza del huayno ayacuchano, dos ciudadanos japoneses que conforman un dúo que no ignora el sentimiento del pentagrama ayacuchano?que están dispuestos a seguir sembrando creatividad, arte y mucho mensaje en cada canto compartido desde el Japón hasta nuestro país departiendo gracia, sentimiento y mucho entusiasmo cuando la guitarra y voz se convierten en homenajes interminables a aquella morada del alma de nombre Ayacucho.
Auki Ryuya ejecuta la quena, guitarra y el charango desde los quince años de edad, él manifiesta ser admirador del maestro Raúl García Zárate y además insiste en seguir dando a conocer el mensaje profundo que suele dejarnos nuestra música. Matsuzaki Ayane conoce la música latinoamericana desde muy niña y su voz tuvo en Auki el aporte que necesitaba para unir su arte ante cientos de escenarios con ese misterioso sonido que llega ante la sensibilidad de quienes en el Japón, Perú o cualquier lugar del mundo; se dejan llevar por la tonalidad de huaynos que guardan un nexo imperecedero con el alma y corazón ayacuchano.
Y así, hablando de viejas ironías nos damos con esa realidad que no deja de asombrar al admirar el arte de dos japoneses cantando en quechua y ver a quienes se avergüenzan de nuestra música, de dos jóvenes hijos del país del sol naciente que impulsan la mixtura de voz y sentimiento ante esa vorágine modernista que desprecia el sentir musical autóctono como voz de cuna y raíz ayacuchana?dos personas de un oriente lejano que dejan huella en un panorama cercano a través de lo nuestro.
Decía la pareja; que siempre vienen cultivando nuestra música en varios escenarios del Japón en donde irónicamente la mayoría de su público es japonés, que muchas veces no terminan de explicarse ?el porqué- de cierto desprecio mal disimulado hacia el huayno ayacuchano, del ?por qué- de la apatía de mucha gente cuando se trata de admirar lo nuestro? mensajes que son oportunos en un mundo "extranjerizado" y en donde no valoramos el sentir de identidad lejos de poses falsas y alienadas, en suma, dos ciudadanos japoneses que nos dejan una gran enseñanza?valorar primero lo nuestro.