Ayer el Congreso ha elegido como su presidente a Alejandro Soto en un proceso en que no había mucho que escoger, pues las alternativas eran “el malo” y “el menos malo”. El que salió fue este último. Sin embargo, con toda la carga de denuncias ante el Ministerio Público que tras encima, habría que ver si el caballero dura en el cargo o si sale al poco tiempo, como sucedió con Lady Camones, su compañera de bancada.
Si tenemos un Poder Legislativo tan rechazado por la ciudadanía por los escándalos que protagonizan sus miembros, lo ideal hubiera sido que las fuerzas se unieran para lograr la postulación de una persona con menos puntos débiles como es un legislador que tiene 55 denuncias ante el Ministerio Público. Si la idea era poner a alguien del partido de César Acuña porque no cabía otra posibilidad, ¿no había otra persona con mejores antecedentes?
Además, recordemos que Lady Camones fue echada del cargo por la injerencia que pretendió ejercer Acuña en el manejo del Congreso, con fines electorales en momentos en que se venían los comicios regionales y ediles del año pasado. Dudo que ahora que el dueño de Alianza para el Progreso (APP) tiene nuevamente a uno de los suyos en la cabeza del Poder Legislativo, se quede tranquilo en su cargo de gobernador regional de La Libertad.
Además, con 55 denuncias en su contra, Soto será un presidente del Congreso débil y con un largo rabo de paja. Quizá solo tenga que toser para caer. Sin embargo, para Fuerzas Popular, Perú Libre y Avanza País fue el mejor cuadro. ¿Por qué? En momento en que hacía falta una persona que ponga orden en el reino de los “niños”, “mochasueldos”, “tránsfugas”, “viajeros”, pegalones por la espalda de colegas y agresores de mujeres, ponen al frente a alguien que despierta más dudas que certezas.
Normalmente el cambio de una Mesa Directiva suele generar expectativas y la esperanza de que quizá las cosas puedan cambiar en un Congreso que cada vez se hunde más en el desprestigio y el rechazo de los ciudadanos, que irónicamente son los que eligen a estas “joyas. Nada de eso ocurre esta vez si al frente ha quedado el apepista Soto, sobre quien cabría preguntarnos hasta cuándo durará en el cargo.