En casi 90 días, en lo que va del 2021, el Capitolio, sede del Congreso de EE.UU., construido entre 1793 y 1800, concita la atención internacional por tercera vez, por un asunto recurrente: su seguridad. En efecto, el 5 de enero un número relevante de supremacistas blancos, asaltó la sede del poder legislativo del país, muriendo 5 personas; luego, el pasado 3 de marzo, sobrevino un episodio de tensión ante la amenaza de otro asalto a la sede en los días en que se creía que el nuevo presidente, Joe Biden, pronunciaría su esperado discurso del Estado de la Unión, apareciendo la ciudad y los alrededores del Congreso, como sitiados con alta presencia de la Guardia Nacional hasta en los pasillos del edificio neoclásico que sirve de sede del legislativo. Y, ayer, luego de que un vehículo colisionara contra una barricada cerca del Capitolio, atropellando a dos guardias -uno de ellos murió, y también el atacante, luego de ser abatido-, llevó a su inmediato cierre temporal. La conclusión que podríamos sacar en el balance de los tres episodios descritos, es que el Capitolio se ha convertido en uno de los lugares ideales para impactar en asuntos de seguridad y hasta mediáticamente ante el mundo, que observa con estupor que todo lo anterior siga aconteciendo en las narices del país más poderoso del planeta. Así, llama la atención de que en la nación que maneja el abc de la seguridad en todas sus manifestaciones, quede al descubierto la absoluta vulnerabilidad del edificio del Congreso, mostrando sus flancos deficitarios. No le hace nada bien a EE.UU., este marco que crea la referida atmósfera de inestabilidades en Washington, principalmente. Con una mirada más extensiva y objetiva, con rigor tendríamos que decir que el atentado de Al Qaeda en las Torres Gemelas y en el Pentágono, aquel fatídico 11 de setiembre de 2001, marcó un punto de quiebre en la seguridad estadounidense. Sigo creyendo de que ese día EE.UU., víctima del terrorismo internacional, dejó de ser para siempre, el país intocable que se creía en la comunidad internacional. El episodio de ayer, en consecuencia, acumula a la realidad de la inseguridad que jamás se creyó en este país, por lo que Biden, también tendrá que dedicarle especial atención.