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El 2018 concluyó para la selección peruana y lo hizo de una manera poco auspiciosa, perdiendo dos amistosos en casa, exhibiendo un fútbol intrascendente y sembrando varias dudas en función a lo que se viene en los próximos meses.

Es curioso, pero este año será recordado por siempre por ser aquel en que Perú jugó nuevamente una Copa del Mundo después de 36 largos años, pero el recuerdo quedará en eso, en la participación, en el saldo de ser elegidos como “la mejor hinchada del mundo”, ya que el rendimiento futbolístico fue modesto. No pasamos de la primera fase, apenas ganamos un partido, la estadística es fría y contundente. En términos futbolísticos, no fue un buen mundial para Perú. Quizá a nivel emotivo, emocional haya sido de las mejores experiencias que nos haya tocado vivir, pero nada más.

Por lo demás, el año fue mezquino; de los amistosos que jugamos ganamos solo uno y ante una selección deslucida como la chilena. Es cierto que no hay por qué desmerecer esa victoria, pero el resto de duelos revelaron que, de a pocos y por alguna extraña razón, comenzábamos a perder el orden que tanto nos caracterizó. Frente a Holanda y Alemania exhibimos los últimos rezagos del equipo compacto que clasificó a Rusia. Contra Chile estuvimos cómodos y Estados Unidos nos plantó pelea. Ahora último, ante Ecuador y Costa Rica nos desnudamos por completo.

Es claro para todos que estos jugadores son buenos, tienen material para alcanzar las metas que se trazan, pero también es innegable que algo parece haber cambiado en la mentalidad del grupo, algo que, por supuesto, tiene solución. A eso se suma la eventualidad de que nuestro equipo base ha variado, no tenemos a Guerrero y el mejor de nuestra pareja de centrales está prácticamente fuera de juego. En cuanto a Ramos, ha optado por jugar en una liga menor que no le favorece, lo mismo que André Carrillo, quizá el mejor de Perú en el Mundial.

El año se acaba para la selección y Rusia 2018 seguirá siendo el punto de referencia cuando de fútbol se pretenda hablar. Importa poco que el verdadero pico de rendimiento de este equipo se haya dado realmente en 2017, año en que se consigue la clasificación con una serie de resultados históricos para lograr la hazaña. Más allá de eso, es entendible que el 2018 se recuerde por el episodio mundialista, es, a todas luces, la última licencia de nostalgia que nos podemos dar respecto a ese acontecimiento. Lo que toca ahora es no dejar de crecer.