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Universitario de Deportes es la incertidumbre hecha equipo. El 2018 empezó siendo una pesadilla y nadie sabe cómo terminará. No solo dio muestras claras de que con el plantel que tiene no le alcanza para tentar nada, sino que, además, se despidió de manera prematura de la Copa Libertadores, estando a punto de escribir una historia heroica, pero tirando todo por tierra gracias a un blooper de Raúl Fernández, precisamente, uno de los jugadores a los que se pretendía recurrir en busca de jerarquía, experiencia y liderazgo. La “U” carece incluso de eso.

Es triste, pero innegable, el equipo crema cada vez se ve más sumergido en sus problemas institucionales. Las administraciones temporales que, sobre el papel, intervenían para rescatar a los clubes en problemas o, cuando menos, imprimir algo de responsabilidad en el manejo de las instituciones, no han tenido la capacidad de siquiera evitar una sanción “mortal”, como la de no poder contratar en todo el año. Esto responde a la incapacidad administrativa, a la torpeza burocrática y falta de previsión. Tampoco hubo capacidad para retener a la base del plantel del año pasado, uno de los pocos pedidos que se permitió hacer Pedro Troglio. No se pudo retener al goleador del equipo porque “no se llegó a un acuerdo económico”, según nos cuenta la administración, pero “por suerte” sí alcanzó para renovarle contrato a Juan Vargas, quien, a pesar de no estar lesionado, no será convocado al primer equipo hasta que “se recupere”. ¿De qué debe recuperarse? De un estado físico deplorable, inadmisible para cualquier equipo que se precie de ser profesional. Troglio nos dice que empezó a entrenar tarde porque su contrato se resolvió tarde, eso quiere decir que un jugador profesional puede descuidar su físico mientras no firme contrato. El DT también nos dice que nadie tiene el valor de decirle las cosas a Vargas en su cara, nosotros esperamos que él sí lo tenga. Si bien lo que se vive en el club no es su responsabilidad directa, cabe preguntarse qué tan poco sumaba la presencia de un hombre experimentado y de buen pie como Diego Guastavino en una situación como esta, ante la ausencia de jugadores, ¿no era pertinente echar mano de sus virtudes? En fin, son gustos.

Valgan verdades, más allá de los errores que pueda haber cometido, de las malas decisiones que evidencie, Pedro Troglio es el único que da la cara a este problema y reconoce abiertamente que el club vive un problema, que los jóvenes no están en el primer equipo por una política de promoción, sino por una torpeza de gestión. La tranquilidad de Troglio será fundamental para que Universitario termine con dignidad.

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