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Es indudable que es un honor y una gran oportunidad para el país que reuniones como APEC se puedan realizar en el Perú. Durante algunos días nos ponemos en la mira de todos, gracias a la visita de líderes y empresarios de las principales economías del planeta.

La apertura de la economía ha sido un factor muy relevante para nuestro crecimiento y desarrollo en los últimos años, pero también sabemos que no hemos sido capaces de aprovechar todo el potencial que esta apertura podría haber generado. Seguimos siendo un país en el que resulta difícil y riesgoso invertir, como lo demuestra la disminución de la inversión privada y extranjera. Por otro lado, la dependencia de las materias primas en nuestras exportaciones nos habla de oportunidades de exportación poco aprovechadas. Por ello, poco o nada sirve que el país firme un sinnúmero de acuerdos de libre comercio y ser el anfitrión de cumbres tan importantes como esta, si no existe dentro del Ejecutivo, el Legislativo y sobre todo dentro de los mismos empresarios y la población en general, el convencimiento de que este es el camino y que iniciemos juntos los cambios para que el país comience a mirar real y decididamente hacia el exterior y que el exterior nos mire.

No nos cansaremos de repetir que esta mirada al exterior tiene que ser absolutamente inclusiva. No debe ser solo del Gobierno, sino principalmente de aquellos inversionistas que deciden apostar en el Perú. Veamos un pequeño y reciente ejemplo. No es una coincidencia que en los días previos a la cumbre se haya realizado una huelga que obligó a la suspensión del servicio de trenes a Machu Picchu. La principal razón de esta, según el alcalde de la localidad, es el maltrato y la falta de inversión de la empresa Perú Rail (empresa privada operadora del ferrocarril del sur, que cuenta con capitales locales y extranjeros). Es posible que Perú Rail esté cumpliendo los términos de su contrato de operación, pero parece que estas condiciones no son consideradas adecuadas por la población, la que está dispuesta a protestar perjudicando al inversionista y perjudicándose a ellos mismos con tal de tratar de cambiar las condiciones pactadas. Situación que se repite, lamentablemente, con muchísima frecuencia en nuestro país.

No podemos ser mezquinos y dejar de aplaudir el esfuerzo y la relevancia de APEC. Sin embargo, en la medida que estas acciones no se traduzcan en una mejora de la calidad de vida de “todos” los peruanos, estas cumbres resultan ser más anecdóticas que eficaces y corren el riesgo de ser irrelevantes para el peruano de a pie.