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En 1987, el capitán de navío Juan Carlos Vega Llona fue nombrado agregado naval en la Embajada del Perú en Bolivia. Al año siguiente, el 6 de diciembre de 1988, cuando se desplazaba a pie con dirección a la Embajada Peruana, por la avenida 6 de Agosto, en la ciudad de La Paz, a menos de 10 metros del cruce con la avenida Aspiazu, varios transeúntes que querían subir a un microbús se cruzaron en su camino y lo hicieron detenerse unos segundos. En ese momento se le acercó por la espalda la pareja de asesinos.

El hombre le disparó por la espalda dos tiros a quemarropa mientras la mujer neutralizaba con su arma a los transeúntes. Hubo un pequeño forcejeo y el comandante cayó al suelo bañado en sangre, en posición decúbito ventral. Intentó desenfundar su arma, pero fue inútil. Estando en el suelo lo remataron con un tiro en la cabeza. Murió casi al instante, ante el asombro y horror de los transeúntes.

El asesinato fue una decisión política acordada por el Comité Central de Sendero Luminoso, que le encargó la ejecución a un grupo especial que llegó a Bolivia con la complicidad del Comité de Apoyo a la Revolución Peruana. El comando de aniquilamiento senderista estuvo al mando de Tania Tineo Suasnábar, alias “camarada Rosa”, e integrado por Teófilo Ayma Sayco, alias “camarada Tomás”, y Cipriano Quilla Carcausto, alias camarada “Silver” o “Saúl”.

En estas tres décadas de abnegada tarea, hemos experimentado el sentimiento profundo que causa la pérdida del amigo, del compañero de armas, del líder. Hemos sabido del indescriptible desconsuelo familiar ante la ausencia prematura del padre, el esposo, el hermano, el hijo, todos miembros de la gran familia naval. Cuando asistimos al homenaje que la Marina de Guerra les rinde a los héroes de la pacificación nacional y vemos a los familiares de los caídos honrándonos con su presencia, como un recordatorio de las personas que conforman nuestra sociedad, entendemos que llegado el momento difícil supieron comprender los riesgos de nuestra profesión y con absoluto desprendimiento entregaron y dejaron partir a sus seres queridos al servicio de la patria.

Manifestamos nuestro sentimiento ante lo absurdo de la pérdida de hombres de bien y profesionales intachables, cuyas vidas fueron arrebatadas por la acción abominable, demente e irracional del terrorismo.